A menudo se pospone, pero hacer testamento es uno de los actos legales más responsables que una persona puede llevar a cabo. No se trata de una cuestión reservada a quienes tienen un gran patrimonio. Muy al contrario: cualquier persona con bienes, familia o simplemente una voluntad clara sobre lo que desea que ocurra tras su fallecimiento puede beneficiarse de dejarlo todo por escrito.
Saber cómo hacer un testamento permite anticiparse, reducir preocupaciones y ofrecer certezas a quienes más queremos. En este artículo repasamos los aspectos más importantes del proceso, explicados de manera sencilla.
Un testamento es un documento legal que recoge la voluntad de una persona sobre el destino de sus bienes, derechos y obligaciones después de su fallecimiento. Dicho de otra forma, es una forma de decidir, en vida, lo que ocurrirá con aquello que uno deja atrás.
Muchas veces se confunde testamento con herencia, aunque no son lo mismo. El testamento expresa las decisiones del testador; la herencia es el conjunto de bienes y obligaciones que los herederos reciben, bien porque así se estableció en el testamento, o bien porque lo marca la ley en ausencia de este.
Aunque se tenga un patrimonio modesto, dejar las cosas claras por escrito puede evitar conflictos familiares, facilitar los trámites posteriores y asegurar que ciertos deseos personales —como el destino de una propiedad, una joya con valor emocional o incluso el cuidado de una mascota— se respeten.
Existen distintas formas de testar. Algunas más utilizadas que otras, pero todas reconocidas por el ordenamiento jurídico. Elegir una u otra dependerá de las circunstancias y preferencias de cada persona.
Es la opción más habitual. Se realiza ante notario, quien recoge la voluntad del testador, lo redacta y da fe de que lo expresado es válido conforme a la ley. Es seguro, difícilmente impugnable y queda inscrito en el Registro de Últimas Voluntades.
Menos frecuente, pero igualmente válido. El testador presenta el testamento en un sobre cerrado. El notario certifica su existencia, pero no conoce el contenido. Se abre tras el fallecimiento, en un proceso formal.
Escrito de puño y letra por quien lo otorga, fechado y firmado. No interviene el notario. Tiene que cumplir ciertos requisitos para ser admitido: debe estar íntegramente manuscrito, sin tachaduras ni correcciones dudosas. Una vez fallecida la persona, el documento debe validarse judicialmente.
Cada modalidad tiene sus ventajas y posibles inconvenientes. Pero, en general, el testamento notarial abierto es el más recomendado por su fiabilidad y simplicidad.
Si estás pensando en dejar tus decisiones por escrito, te interesará conocer cómo se realiza este trámite en la práctica. El proceso es más sencillo de lo que parece y se puede llevar a cabo en pocas horas.
Antes de acudir a una notaría, conviene tener claras algunas cuestiones: ¿quiénes serán tus herederos? ¿Quieres dejar algo concreto a alguien? ¿Deseas establecer algún encargo especial, como el cuidado de un menor o una persona con discapacidad? Hacer una lista preliminar puede ayudarte.
Como hemos comentado, el más común es el notarial abierto. El notario puede asesorarte sobre cuál conviene en función de tu situación personal y familiar.
Lleva la documentación necesaria y, si lo consideras necesario, una relación orientativa de bienes. No es obligatorio aportar documentación sobre propiedades o cuentas bancarias, pero puede ser útil si hay casos complejos.
El notario leerá en voz alta el testamento, resolverá tus dudas y, si estás conforme, lo firmarás. Quedará inscrito automáticamente en el Registro General de Actos de Última Voluntad. Tú puedes quedarte con una copia si lo deseas.
Puedes hacer un nuevo testamento cuando quieras. No es necesario anular el anterior: el último que firmes es el que tendrá validez.
Incluso los testamentos bienintencionados pueden generar problemas si no se redactan con claridad o se omiten cuestiones importantes. Algunos fallos habituales son:
Aunque cada caso es distinto, hay algunas recomendaciones que conviene tener presentes:
Tomarse el tiempo para hacerlo es una forma de cuidar a quienes quedan, y de asegurar que se respete nuestra voluntad con todas las garantías legales.
Este contenido tiene carácter meramente informativo y no sustituye el asesoramiento profesional. Si estás valorando hacer testamento o deseas resolver dudas específicas sobre tu situación, lo más recomendable es acudir a un notario o a un especialista en derecho sucesorio. Solo así podrás asegurarte de que el documento cumple con todos los requisitos legales y refleja fielmente tu voluntad.
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