29/07/2020

Los seguros son fundamentales para exportar sin perder el sueño

Vender en el extranjero no tiene por qué ser una fuente continua de preocupaciones. Ni siquiera cuando los productos se envían a un país emergente o cuando se exporta por primera vez.

Para encontrar y conquistar mercados internacionales muy atractivos, normalmente hay que asumir riesgos. La calidad institucional o las infraestructuras pueden ser muy diferentes en Europa y en el resto del mundo. El Banco Mundial clasifica en un ranking a decenas de estados y ciudades por lo fácil o difícil que es hacer negocios allí. Curiosamente, España ocupa el puesto número treinta y la ciudad española que más fácil se lo pone a las empresas no es ni Madrid ni Barcelona, sino Logroño.

Antes de exportar es importante tener en cuenta que contratar algún tipo de seguro resulta, casi siempre, necesario. Los motivos son contundentes porque los riesgos también lo son: la fluctuación de las monedas puede perjudicarnos, no conocemos el país de destino tan bien como el nuestro, se pueden producir accidentes imprevisibles en el camino que recorren nuestros contenedores, no sabemos cómo van a reaccionar los socios o compradores locales ante según qué circunstancias y, por supuesto, a los socios y compradores locales les puede suceder exactamente lo mismo con nosotros. En parte por eso, cuando se trata de comercio marítimo, las normas internacionales exigen que se contrate un seguro cuyo coste se incluirá, normalmente, en el precio de venta.

Los tres tipos de seguros más comunes son el seguro de crédito a la exportación, el seguro de mercancías y el seguro de conversión de moneda.

·El seguro de crédito a la exportación cubre riesgos como el impago total o parcial del importador, su insolvencia y su quiebra. También se ocupará de riesgos políticos (guerras civiles, terrorismo, expropiación, desastres naturales, etcétera) y de cambios súbitos en las normas de importación y exportación. Los seguros no suelen cubrir el rechazo de una mercancía por parte de un cliente en el puerto o las consecuencias de que este último no cuente con todas las licencias de importación exigibles para llevar a cabo el acuerdo. Otra alternativa interesante para asegurar el cobro sería contratar un crédito documentario que asegura que se realiza el pago (con garantía de un banco) si la mercancía se entrega y cumple los requisitos que se detallen.

·El seguro de mercancías suele complementar la cobertura prevista en las normas internacionales para, entre otros, el daño, pérdida o retraso en la entrega final del producto exportado. Las normas a las que nos referimos son, por lo general, los International Commercial Terms (conocidos coloquialmente como “incoterms”) publicados por la Cámara de Comercio Internacional.

·El seguro de cambio cubre el vuelco que puede producirse con la apreciación o depreciación que sufra la divisa en la que se va a realizar la transacción. Nadie quiere encontrarse con que le pagan menos, simplemente, porque la moneda local de un país emergente se ha desplomado de la noche a la mañana sin que su banco central haya podido evitarlo.

Los seguros de cambio, que proporcionan los principales bancos del mundo, son algo más complejos que el resto y, por eso, merecen una explicación más detallada. Se entiende mejor con ejemplos. Digamos que una empresa española que exporta a Reino Unido acuerda recibir el pago de su mercancía en moneda local, es decir, en libras esterlinas, y que sabe que, más adelante, tendrá que convertir esas libras en euros. El problema con el que se encuentra es que, ahora mismo, no puede prever cuál será la diferencia entre libras y euros el día que le abonen lo que le deben. Además, la diferencia quizás sea considerable por culpa del Brexit. ¿Qué puede hacer entonces para quedarse tranquila?

Lo primero que debe tener claro es que convertir una moneda en otra es vender una moneda para sustituirla por otra. En este caso, la empresa exportadora española va a vender libras cambiándolas por euros. Si contrata un seguro de conversión de moneda, fijará un precio a largo plazo para esa venta que no dependa de la fluctuación que experimenten las dos divisas en el mercado. Sabrá, exactamente, cuánto ingresará en euros después de que le paguen lo que le deben.

Los seguros de conversión de moneda no solo son útiles para las situaciones especiales -como el Brexit- o los países emergentes, como se demostró el año pasado con el sorprendente desplome de las divisas de Turquía o Argentina. También se emplean en circunstancias muchísimo más estables.

Al fin y al cabo, la volatilidad, que en este caso es la medida de la frecuencia y la intensidad con la que cambia el valor de una moneda, siempre es imprevisible. El motivo es que depende de tres factores que no son fáciles de anticipar: la inflación, las transacciones monetarias de un país con el resto del mundo y la evolución de los tipos de interés.

En ocasiones, sobre todo cuando hablamos de mercados emergentes, las empresas exportadoras e importadoras establecen el dólar estadounidense o el euro como la divisa en la que se va a realizar la transacción. De esa forma, simplifican la conversión posterior y reducen la incertidumbre. El riesgo de tiphttps://fundspeople.com/es/opinion/todo-lo-que-los-inversores-necesitan-saber-sobre-la-volatilidad-de-las-divisas/o de cambio también puede cubrirse mediante instrumentos derivados que son algo más complejos pero permiten incluso más flexibilidad en las coberturas de este riesgo.

Precisamente, la utilidad fundamental de los seguros es poner coto a la incertidumbre y esta última es un ingrediente casi siempre presente en las exportaciones. Vender en el exterior es una actividad fascinante y potencialmente muy lucrativa, pero hacerlo sin ningún tipo de seguro, especialmente a países inestables y cuando las travesías de los contenedores duran semanas o meses, es arriesgado. Las coberturas sobre el crédito a la exportación, sobre las mercancías o sobre la moneda pueden ayudar en estos casos a dormir mejor por las noches.

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