10/10/2024

América va a las urnas

Queda apenas un mes para las elecciones americanas, y las encuestas siguen sin arrojar un claro ganador. Tanto en el lado demócrata como en el republicano se han producido en los últimos meses varios acontecimientos importantes. En el Partido Demócrata, el presidente Biden se retiró de la carrera y la vicepresidenta Harris está hoy al frente de la candidatura demócrata. Con Tim Walz como aspirante a la vicepresidencia y su enfoque pragmático y liberal, el tándem podría hacerlo bien en los estados bisagra tradicionalmente demócratas de Michigan, Wisconsin y Pensilvania. De hecho, la clave está en los 6 estados bisagra (Nevada, Arizona, Georgia, Michigan, Wisconsin y Pennsylvania).

Recordemos que las elecciones de 2020 se cerraron con una diferencia de apenas 42 mil votos. En el lado republicano, el expresidente Trump es el nominado para la presidencia y JD Vance para la vicepresidencia. Puesto que JD Vance se ratifica en muchas de las políticas de Trump, el enfoque de «America First» queda aún más reforzado con la pareja Trump-Vance.

En cuanto a los temas clave de la campaña, inflación, el déficit fiscal, las ideologías culturales (como el aborto) y los asuntos exteriores, seguirán dominando la carrera electoral. Según la mayoría de las encuestas, parece que el escenario más probable es un gobierno dividido (ningún partido controla la Casa Blanca y ambas cámaras del Congreso), con una probabilidad de victoria del 50%-50% para ambos candidatos, Trump y Harris. En este contexto, es improbable que se aprueben grandes cambios legislativos, sobre todo ligados a temas como la inmigración, la reforma de los permisos de energía, China y el control mundial de las cadenas de suministro.

También parece claro que ninguno de los candidatos afrontará una reducción del elevado déficit fiscal, si bien éste sería mayor en caso de la victoria de Trump. De hecho, si gana la presidencia, intentará aprobar una prórroga completa de la Ley de Empleos y Reducción de Impuestos de 2017 con compensaciones fiscales parciales, mientras que Harris podría mantener los recortes de impuestos para la clase media, pero aumentarlos para las personas acaudaladas y volver a elevar el tipo impositivo para las empresas.

Pero con independencia del resultado final, parece que hay razones para ser optimista en los mercados. Históricamente, si miramos los rendimientos del mercado en los años electorales entre 1980 y 2020, las bolsas suelen repuntar después de la votación hasta el día de la inauguración (a finales de enero), tras la notable rentabilidad inferior preelectoral debido a la incertidumbre en el mercado. No obstante, la victoria de uno u otro candidato sí que puede tener un efecto dispar a nivel sectorial. La victoria demócrata puede favorecer a sectores como el consumo cíclico (más ayudas a la clase media y baja), la energía renovable y los vehículos eléctricos (se terminaría de desarrollar la Ley para la Reducción de la Inflación, IRA, que incluye el fomento de este tipo de energía), y el sector salud, aunque es cierto que este último sector también se beneficiaría en el caso de una victoria republicana (gracias a las reducciones de impuestos y la menor regulación apuntadas por Trump). La victoria republicana, por otra parte, apoyaría al sector financiero (menos regulación), el tecnológico, las telecomunicaciones y la energía.

En resumen, aunque es habitual sufrir algo de volatilidad al entrar en la temporada electoral, es importante separar el ruido de lo que mueve la rentabilidad de los mercados de renta variable a largo plazo, que depende de unos fundamentos sólidos, lo que confirma el viejo dicho bursátil de que, en las bolsas, la política tiene poco recorrido.

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