Todos sabemos que el agua es esencial para la vida, pero también es indispensable para nuestras economías. Esta es la ocasión para que los bancos aporten su granito de arena añadiendo más del esencial azul a su mezcla verde. ¿Una mayor inversión en recursos hídricos permitirá un futuro más sostenible?
Ya en 2017, la OMS y UNICEF estimaron que 2 100 millones de personas seguían careciendo de acceso a servicios de agua potable gestionados de forma segura y 4 500 millones carecían de acceso a servicios de saneamiento.
El resultado: entornos de vida más pobres con mayores tasas de enfermedad, menor acceso a la educación y perspectivas profesionales más bajas, así como bajos niveles de productividad e ingresos. Sin un acceso adecuado al agua, el progreso económico se ve frustrado, creando ciclos de pobreza.
Pero no se trata sólo del acceso al agua, sino también de proteger la poca agua que tenemos para beber, lavarnos y cultivar. Y se trata de protegernos a nosotros mismos, por ejemplo de los efectos de las inundaciones. En su documento de política medioambiental publicado en marzo de 2018, la OCDE citaba un análisis realizado por el Banco Mundial en 2016 que estimaba que el PIB podría caer hasta un seis por ciento en 2050 como consecuencia de las pérdidas relacionadas con el agua en la agricultura, la salud, los ingresos y la propiedad, lo que llevaría a un crecimiento negativo sostenido en algunas regiones del mundo.
Según la OCDE, la economía mundial pierde 260.000 millones de dólares al año por el suministro inadecuado de agua y saneamiento y 120.000 millones de dólares al año por los daños causados por las inundaciones en propiedades urbanas. El coste anual de la inseguridad del agua para los regantes asciende a 94.000 millones de dólares.
La OCDE afirma que para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 de las Naciones Unidas -Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos- en 2030, necesitaremos tres veces la inversión actual en agua. Y continúa: las necesidades mundiales de financiación de infraestructuras hídricas oscilan entre los 6,7 billones para 2030 y los 22,6 billones de dólares para 2050, y eso sin contar el desarrollo de los recursos hídricos para el regadío o la energía.
Financiando proyectos que beneficien a las personas, las comunidades, el medio ambiente y las economías. Asesorando a nuestros clientes, partes interesadas y gobiernos, y orientándoles hacia una inversión sostenible en agua. Traduciendo la necesidad económica de inversión en agua en flujos de negocio beneficiosos para los inversores. Impulsando las inversiones necesarias para mejorar la gestión y la seguridad del agua. Aumentando los flujos de financiación para el agua.
Todas estas son formas en las que el sector financiero puede ayudar a proteger este preciado recurso y, en última instancia, lograr una mayor estabilidad económica y un acceso justo al agua potable segura y asequible para todas las personas.
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