Los entendidos en el tema asocian el nombre de la familia Krafft a la conservación de una rica historia de fragatas un siglo después de alcanzar su cenit. Sin embargo, mientras Mikael Krafft ha marcado un nuevo rumbo empresarial con la creación de la exitosa empresa de cruceros Star Clippers, su hijo Eric ha emprendido rumbo hacia el futuro como inversor y empresario. Geopolítica, cambio climático, nuevas formas de movilidad, almacenamiento de energía: estos son algunos de los temas que más llaman la atención del más joven de los Krafft. «Me interesan los problemas actuales que se están convirtiendo en tendencias plurianuales», comenta este emprendedor de 46 años. «Como inversor, me apasionan las oportunidades que, en mi opi-nión, se están pasando por alto».
Krafft es sueco, pero ha vivido en el Principado de Mónaco durante 15 años. Su familia tiene raíces germánicas: hace tres siglos, un antepasado suyo se alistó en el ejército del reino sueco como soldado profesional y después se instaló en Suecia recibiendo el nuevo apellido Krafft.
Eric Krafft trabajó en un banco de inversiones en Londres y Nueva York antes de pasar a dirigir una empresa de buques cargueros en China. En la actualidad dedica parte de su tiempo a pensar cómo reducir las rutas de transporte y se centra en cómo, en su condición de inversor, puede ayudar a dar forma a algo tan innovador al tiempo que obtiene un beneficio económico.
«El interés global por la energía limpia, las nuevas formas de movilidad y la reducción de los gases de efecto invernadero está creciendo mucho», comenta Krafft. Un aspecto claro para él es el papel que los gigantes económicos mundiales van a desempeñar en este cambio a largo plazo. Krafft se considera un «patriota europeo» y, en este sentido, le preocupa la conservación de la industria europea, el buen estado de salud de la economía sueca y el rol vanguardista de la creación de valor sostenible. La aprensión surge cuando reflexiona sobre el destino sufrido por la industria solar europea, a la cabeza en otra época, y que ha desaparecido debido, en gran medida, a la falta de apoyo político, entre otros motivos.
«Durante la pandemia del coronavirus hemos visto lo vulnerables que son las cadenas de suministro y el enorme riesgo que supone su dependencia», afirma Krafft. En Europa, esto no solo ha generado un deseo de apoyar, por ejemplo, a la industria automovilística con enormes fábricas para la producción de baterías, sino también la voluntad política para lograrlo. «Sin embargo, no puedes producir baterías sin materias primas», puntualiza Krafft. «Y sin las materias primas necesarias, una fábrica gigante no es más que un edificio gigan-te». Krafft afirma que existe un importantísimo apoyo político y capital para construir rápidamente estas fábricas europeas, «pero aún no hay demasiado flujo de inversiones para el suministro de las enormes cantidades de materias primas necesarias para dichas industrias».
Una forma de abordar, en parte, el problema podría estar en Leading Edge Materials (LEM), una empresa que cotiza en las bolsas de Toronto y Estocolmo. LEM se especializa en materias primas para la energía verde y la movilidad, y aspira a extraer tierras raras y grafito en Suecia, para después procesarlas respetando las normas medioambientales y sociales locales. Y todo ello emitiendo tan solo una pequeña parte del dióxido de carbono que generarían sus homólogos chinos. No obstante, los proveedores chinos dominan el mercado mundial. Krafft avanza a contracorriente. No solo invirtió en 2020 durante la pandemia, sino que también adquirió una participación importante en LEM, reemplazó al equipo directivo y redefinió la empresa para que pudiera responder a la creciente demanda de materias primas procedentes de Europa. Además de centrarse en los depósitos de Suecia, el equipo está asimismo explorando la posibilidad de extraer cobalto y níquel en Rumanía.
«Las generaciones futuras van a prestar mucha atención a cuánto dióxido de carbono supone, por ejemplo, la producción de un vehículo», predice Krafft. En Suecia, el procesado de grafito es inocuo para el medio ambiente gracias a la energía hidráulica, una cuestión importante cuando se considera la transformación de los sectores de la energía y el transporte, especialmente en estos momentos en que existe el objetivo político de reducir el precio de los productos medioambientalmente respetuosos. Krafft echa mano así de su espíritu emprendedor para ayudar a afrontar un desafío social importante y reducir la dependencia. «Por supuesto, esto supone inversiones y un gran esfuerzo, pero estoy convencido de que las materias primas para obtener energía limpia procedentes de Europa son un buen negocio».
Texto: Tim Farin; Ilustración: Paula Sanz Caballero.
Artículo publicado en la revista WERTE#25, magazine para clientes de Deutsche Bank Wealth Management.
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