18 de Septiembre de 2019 // Negocios y Empresas

Renta fija: Qué es y cómo podemos invertir


Cuando hablamos de renta fija, el primer pensamiento para muchos inversores o ahorradores está en la seguridad. Es cierto que, a diferencia de la renta variable -la inversión en bolsa-, conocemos qué rentabilidad vamos a conseguir, por eso el término de “fija”. Para un inversor que quiera mantener este activo hasta el vencimiento, es así, pero también, al igual que una acción, la renta fija se ve afectada por distintos factores durante la vida del producto, tales como la prima de riesgo del emisor y los tipos de interés, así como por la cantidad de oferta y demanda en mercado secundario. Estos factores generan fluctuaciones en los precios que pueden convertirse en pérdidas o ganancias para el inversor que no mantenga la inversión desde el inicio hasta el vencimiento.

Antes de conocer las diferentes formas de inversión en renta fija hay que definir qué son este tipo de activos. La renta fija está compuesta por una serie de títulos negociables emitidos por las Administraciones o agencias gubernamentales (deuda pública) o por empresas (deuda corporativa o privada) por la que unos inversores conceden un préstamo por un horizonte temporal determinado a cambio del pago de una rentabilidad y la devolución de la cantidad invertida llegado el vencimiento.

Esta definición, además de adelantarnos los dos grandes grupos de productos de renta fija (deuda pública y corporativa), ya nos indica variables que serán importantes tanto en su tipología como en su precio como son el plazo y el rendimiento.

Las variables básicas de la renta fija

A la hora de elegir un producto de renta fija debemos tener claro los siguientes puntos básicos:

Precio de emisión: Lo que pagamos al suscribir los títulos de renta fija. Lo normal es que coincida con el valor nominal (en caso de suscripción en la fecha de emisión de los títulos), pero en ocasiones puede ser inferior (renta fija emitida al descuento) o superior (con prima de emisión) o en caso de adquirir dichos títulos en el mercado secundario, una vez ya emitidos.

Valor de reembolso: Es lo que recibimos en el momento de amortización del título. También suele coincidir con el valor nominal, aunque hay excepciones, como veremos en el caso de productos con rendimiento implícito.

Fecha de amortización: Es la fecha de vencimiento del título que lleva aparejada la devolución al inversor del importe invertido. Así, por ejemplo, en Deuda Pública española distinguimos por su plazo de amortización: las Letras del Tesoro como productos a corto plazo (hasta 18 meses generalmente), Bonos a medio plazo (3-5 años) y Obligaciones (10 o más años).

Cupón: Es el rendimiento periódico que recibimos como contraprestación a la inversión en renta fija. El tipo de interés suele ser fijado en la emisión, pero también puede estar referenciado a un índice. Por ejemplo, Euribor más un diferencial.

Qué ganancia se puede obtener invirtiendo en renta fija: el rendimiento

Tenemos que detenernos en este punto ya que no todos los productos de renta fija reciben un cupón. Aquellos que sí lo reciben tendrían un rendimiento explícito en cuanto reciben un pago periódico o al vencimiento de la operación.

Frente a este tipo de remuneración está el rendimiento implícito. En este caso no hay pagos periódicos, sino que la ganancia se obtiene por la diferencia obtenida en la amortización y el pagado en la suscripción. Es lo que se denomina cupón cero.

Este tipo de rendimiento es típico de productos a corto plazo como los pagarés de empresa o las Letras del Tesoro en Deuda Pública. Por ejemplo, si invertimos en una Letra del Tesoro a un año de valor nominal de 1.000 euros y con un rendimiento del 2% su precio de compra sería de 980,39 euros. Transcurrido el año, al vencimiento, recibiríamos 1.000 euros, consiguiendo una ganancia de 19,61 euros, el 2% de rentabilidad.

Por último, también hay productos de rendimiento mixto en los que se utilizan conjuntamente las dos fórmulas anteriores.

Compra y venta de títulos de renta fija

Hasta ahora hemos hablado del supuesto más sencillo, el de comprar en la emisión y mantener el título de renta fija hasta su amortización. Pero como hemos adelantado también puedes comprar y vender estos títulos en un mercado secundario.

En este caso, el precio del título puede variar y ser mayor o menor que el precio de emisión. La variable fundamental que justifica estos cambios de precio son los tipos de interés. Existe una relación inversa entre el precio de los títulos de renta fija y el tipo de interés de mercado.

Así, cuando sube el tipo de interés, baja el valor de mercado del título. Por el contrario, cuando baja el tipo de interés, más atractivo es el valor de renta fija y sube el valor de los mercados.

Volviendo a nuestro ejemplo de una Letra del Tesoro al 2%, si el interés de nuevas emisiones similares es del 1%, nuestro activo es mucho más atractivo por lo que habrá más demanda de compra y su precio subirá. Por el contrario, si el tipo de mercado es del 3% es mucho más rentable acudir a nuevas emisiones y el precio de nuestra Letra en el mercado secundario bajará.

Por todo ello el tipo de interés es una variable fundamental, pero no la única. También lo es el tiempo, o plazo que quede para amortizar este título o la capacidad de solvencia del emisor (medida por su prima de riesgo).

Qué es el rating: Principales sistemas de evaluación

La solvencia del emisor, es decir, su capacidad de hacer frente a los compromisos de pago (tanto del rendimiento como de la devolución del capital invertido) es fundamental a la hora de determinar su precio y elegir una inversión.

Cuanto más solvente sea el emisor, el rendimiento ofrecido es menor, pero tendrás mayor seguridad de pago. Al contrario, cuanto más riesgo contraigas, puedes conseguir mayores rentabilidades, pero asumiendo el mayor riesgo de impago del emisor.

Son miles las empresas y organismos que se financian usando productos de renta fija. Para facilitar la tarea de elección del título por parte del inversor o gestor, las agencias de calificación realizan una labor fundamental. Empresas como Moody’s, Fitch o Standard and Poor’s evalúan a las empresas y sus emisiones con una escala en la que podemos identificar su grado de solvencia. Estas calificaciones se obtienen analizando aspectos económicos y financieros de la empresa (balance, cuenta de resultados, etc.) y otras informaciones variadas, incluso entrevistándose con sus gestores.

Así, en lo más alto están las emisiones de grado de inversión, aquellas calificadas como AAA, AA, A o incluso BBB, siguiendo la escala de Standard and Poor’s. En el lado contrario están las consideradas como de grado especulativo, con calificaciones más bajas, como BB, B, CCC, CC e incluso D.  Estas últimas son las llamadas “bonos basura” por su mayor riesgo de insolvencia.

¿Es aún la renta fija rentable con tipos bajos?

En un momento como el actual en el que los países desarrollados tienen tipos de interés muy bajos, la renta fija es considerada por muchos como poco atractiva. Nada más lejos de la realidad como hemos visto.

Por su enorme variedad de productos y emisores, la renta fija sigue siendo un tipo de producto con enormes posibilidades de inversión y diversificación, que puede emplearse para todo tipo de objetivos.

Existe una gran diferencia, por ejemplo, en un fondo de inversión de Deuda Pública de países desarrollados cuyo objetivo puede ser consolidar ganancias previas, a, por ejemplo, si inviertes en Deuda Privada de países emergentes, cuya meta es más especulativa buscando un mayor beneficio en el medio o largo plazo. Un tipo de inversión en todo caso en la que tienes que ir de la mano de un asesoramiento profesional adecuado.

Por todo ello, analistas y gestores buscan sacar el máximo provecho de esta diversidad y complejidad de productos para que como inversor consigas los mejores resultados.

Disclaimer:

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