09 de julio de 2019

¿Cuáles son los diferentes métodos de valoración de acciones?


Si el precio es una variable fundamental a la hora de realizar cualquier inversión, lo es incluso más a la hora de comprar acciones. Como su propio nombre indica, en la renta variable no se garantiza ninguna rentabilidad. Esta dependerá de los dividendos, beneficios de la empresa distribuidos a los accionistas, que puede pagar la empresa en la que invierte, y de la variación del precio de la acción entre el precio de compra y el de venta.

Este precio viene definido por el valor de mercado, el de cotización de la acción en la bolsa de valores. Este se determina en la negociación diaria, en la confluencia entre lo que los compradores están dispuestos a pagar y lo que los vendedores pidan por estas acciones.

¿Es cara o barata una acción? Los diferentes métodos de valoración

Este precio de cotización puede ser diferente al valor de la empresa por distintas circunstancias. Por ejemplo, si un inversor tiene especial interés en comprar un paquete de acciones puede ofrecer un precio muy superior. Esta “ruptura” en el equilibrio entre lo que vale una empresa y el precio de la acción, genera oportunidades de inversión. La clave está en encontrar empresas cuyo valor sea inferior al precio con que cotiza; es decir, que tenga mayor potencial teórico de subida de precio a medio plazo.

Para determinar ese valor teórico de la acción hay distintos métodos que, como veremos a continuación, tienen diferentes pros y contras:

·Cálculo del valor patrimonial: Se calcula el valor de la compañía en función del balance de la empresa. Tiene a favor que su base es información real y fidedigna de la empresa, sus cuentas anuales. El balance nos muestra unos activos y un patrimonio neto que podemos trasladarlo dividiéndolo por el número de acciones en circulación. Su contra principal es que nos muestra una valoración estática, en el momento de formulación de este balance (ya sea anual o en la información económica trimestral que las empresas cotizadas están obligadas a informar). Por todo esto suele ser un método de valoración que se complementa con otros.

·Análisis de los flujos de caja: Este método no se calcula por el patrimonio presente, sino por la capacidad que tenga la empresa de generar ingresos, flujos de caja, en el futuro. El cálculo del flujo de caja depende del analista. En general, el más utilizado, es la diferencia entre las entradas -beneficios y fondos destinados a amortizaciones y provisiones- al que se resta las salidas -inversión en activo fijo y circulante-. Su dificultad reside en determinar el flujo de caja futuro. Cuanto más nos alejemos del momento actual, es más complejo. Aunque tiene a favor que ofrece una visión futura de valor de la empresa.

·Ratios bursátiles: El uso de ratios combina en parte ambos métodos. Se usa información financiera, pero también se tienen en cuenta expectativas como previsiones de ingresos o beneficios. Además, añade una ventaja importante. Al usar un criterio homogéneo podemos comparar sus resultados con el de otras empresas similares (sector, tamaño de la empresa, etc.). Entre las ratios bursátiles más comunes están:

·PER (Price Earning Ratio): Divide el precio de la acción entre el beneficio de la empresa, tanto en el momento presente como con las expectativas de beneficios futuro.El resultado refleja el tiempo que será necesario para recuperar el precio pagado teniendo en cuenta los beneficios que genere la empresa. Si obtenemos una PER de 8, significa que lo que pagamos por este valor equivale a 8 veces el beneficio neto esperado por acción. Aunque a priori parece que un inversor potencial estaría más interesado en aquellos valores con un PER bajo comparado con su media histórica o la media de su sector, no obstante, no siempre es así. Por ejemplo, empresas con buenas perspectivas en la generación de ingresos en el futuro (como muchos negocios basados en nuevas tecnologías) basan su potencial de inversión en que este crecimiento futuro de ingresos reducirá drásticamente su PER.

·Rentabilidad por dividendo: Dividendo de la acción dividido entre el precio de la acción. Muy útil especialmente en empresas de ingresos más estables y seguros como compañías eléctricas.

·ROE (Return on Equity): Mide la capacidad que tiene la empresa para generar ganancias según sus recursos propios. Se calcula dividiendo los beneficios entre los fondos propios.

·Deuda/EBITDA: En este caso busca conocer la capacidad que tiene la empresa de endeudarse e incluso refinanciarse. Una mejor capacidad de financiación permite tanto reducir costes como hacer frente a más proyectos futuros que a su vez generen más ingresos.

Análisis fundamental frente a análisis técnico

Todos estos métodos se utilizan en el llamado análisis fundamental, el método que busca establecer el valor teórico de la acción o precio objetivo de la empresa y anticipar así la variación del precio de la acción.
Si el valor teórico de la acción es mayor que el precio de la acción en Bolsa, esta acción se considera infravalorada y, por tanto, tiene teóricamente mayor potencial de subida a medio plazo, ya que lo normal es que este valor teórico y el precio de la acción confluyan. Pasaría lo contrario si el valor teórico es inferior al precio de la acción. Esta estaría sobrevalorada y la recomendación más lógica sería vender la acción.

Frente a este método está el llamado análisis técnico. Este no se basa en el análisis económico o financiero de la empresa, sino en encontrar pautas de comportamiento con el objetivo de anticipar tendencias usando los gráficos de evolución de las acciones. Este método, se basa en la premisa, por lo tanto, de que lo ocurrido en el pasado puede volver a repetirse en el futuro algo que evidentemente puede no ser cierto.

Aunque muchas veces se enfrentan ambas metodologías por sus importantes diferencias metodológicas, pueden ser perfectamente complementarias. Son muchos los que usan como base el análisis fundamental para determinar en qué valores invertir a medio plazo y el análisis técnico como herramienta complementaria para determinar cuándo comprar o vender. Sea de una forma u otra, estas tareas se reflejan en el trabajo diario de analistas y gestores para buscar las mejores oportunidades para el inversor.

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