Inversión & Mercados // 23 de diciembre de 2021
2022: sin soluciones rápidas
Perspectivas económicas y de inversión
La inflación y los bancos centrales estarán en el punto de mira.
Este tendría que ser el año en que la política monetaria empiece realmente a cambiar de marcha, y en el que otros bancos centrales empiecen a seguir la postura más restrictiva de la Fed. Pero se irán produciendo también otros cambios de rumbo, en lo que se refiere por ejemplo a la inflación, el clima, la geopolítica y la tecnología, entre otros.
Todos estos cambios comportarán un entorno en el que no hay que caer en la despreocupación con respecto a los escenarios «base». La pandemia nos ha enseñado ya que es raro dar con soluciones totales y rápidas a problemas complejos. Deberíamos considerar el 2022 como un año de transición que permita a los inversores posicionarse para los retos que nos esperan.
Sabíamos que la recuperación económica a partir de los mínimos de mediados de 2020 no iba a ser sencilla. Ha requerido un ingente apoyo tanto de las políticas monetarias como fiscales. El mundo ha cambiado en los últimos dos años, y a muchas economías aún les está costando adaptarse.
Las elevadas tasas de inflación son un síntoma importante de este proceso de reajuste. En gran medida, reflejan un desequilibrio entre la recuperación de la demanda y la oferta que se observa por ejemplo en las perturbaciones de la producción mundial y las cadenas de suministro, pero también en los mercados laborales.
Resolver estos desequilibrios no detendrá el proceso de cambio: la economía mundial está en una situación dinámica. Como supuestamente dijo el antiguo filósofo griego Heráclito: «No podemos bañarnos dos veces en el mismo río». El río es distinto y nosotros también hemos cambiado. El «río» de la inflación cambia continuamente por diversos factores, a la vez que varían también las propias expectativas personales sobre la inflación.
El cambio significa que una gestión eficiente del riesgo de las carteras debe complementarse con consideraciones a más largo plazo sobre los objetivos y la composición de la cartera: debemos pensar de manera estructural, no reactiva.
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