Creemos que el 2024 será un buen año para los inversores. A pesar de los grandes retos mundiales actuales -económicos, geopolíticos o climáticos-, los inversores deberían mantener la fe en los mercados. Tal y como explicamos en este informe, las perspectivas anuales de cara al 2024 parecen razonablemente buenas para las principales clases de activos. No obstante, la gestión de riesgos seguirá siendo esencial.
En la actualidad, los mercados están inmersos en un debate incesante sobre el calendario y el posible alcance de la relajación de la futura política monetaria. Los mercados seguirán siendo sensibles a los cambios de opinión en este sentido: creemos que las primeras rebajas de tipos de la Fed y el BCE deberían producirse en 2024, si bien no esperamos que sean muchas. Sin embargo, como siempre, es importante mirar más allá de la volatilidad inmediata del mercado y centrarse en lo que la evolución económica y otro tipo de factores podrían acarrear en 2024 para los inversores, y en aquello que podría obligar a una reevaluación de la situación.
El gran problema sigue siendo el crecimiento económico. Creemos que es probable que el crecimiento se ralentice en los próximos trimestres, a medida que las estrictas condiciones financieras repercutan cada vez más en las economías. Dicho esto, los mercados necesitan seguir convencidos de que el crecimiento volverá a repuntar más adelante en 2024.
En los primeros apartados de este informe anual analizamos las implicaciones de esta situación para las distintas clases de activos. Dado que la inflación se está reduciendo lentamente y se esperan recortes de tipos limitados tanto en Estados Unidos como en la zona euro, de cara al 2024 habrá oportunidades en los bonos soberanos y la renta fija será una clase de activo importante para los inversores. Es probable que los bonos Grado de Inversión se beneficien en particular de los elevados niveles de rentabilidad, de una oferta manejable y de unos fundamentos todavía decentes. Mientras, los bonos de alto rendimiento (High Yield) podrían verse afectados por posibles problemas de refinanciación.
Los mercados de renta variable pueden interpretar la probable escasa reducción de los tipos de interés de varias maneras. Si se considera un síntoma de resiliencia económica (en lugar de un temor a una inflación alta que obligue a mantener la política monetaria restrictiva), las implicaciones para los beneficios de la renta variable y para esta clase de activos en su conjunto deberían ser positivas - en el supuesto, claro está, de que la desaceleración económica prevista no sea ni demasiado profunda ni demasiado prolongada. Como resultado, los rendimientos del mercado de renta variable a 12 meses pueden ser razonables (de un dígito alto), si no excelentes.
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