1 de abril de 2020

Crisis sanitaria: primera estimación efectos económicos.


Durante las últimas semanas estamos asistiendo a una progresiva paralización de la actividad económica mundial, con medidas muy agresivas en Europa, y poco a poco también en EEUU y en otros países de Latinoamérica. Como consecuencia de esta situación, se producirá un retroceso de la actividad económica incomparable con ninguna otra recesión mundial de los últimos 70 años, mucho mayor incluso que la sufrida con la crisis financiera.

No obstante, las perspectivas serían mucho peores si no se hubiera producido una respuesta sin precedentes por parte de las autoridades económicas y los bancos centrales. Tanto la Reserva Federal como el BCE han intensificado durante la última semana sus medidas de inyección de liquidez para evitar que la recesión económica se convierta en una nueva crisis financiera. Por su parte, la escala de los paquetes fiscales anunciados, especialmente en EEUU, superan con creces las tomadas en 2008-09. Según los primeros cálculos de los analistas de Deutsche Bank, la suma total de las medidas fiscales y monetarias anunciadas ya entre EEUU y Europa supera los 10,6 billones de dólares, una cifra espectacular.

Gracias a estas medidas, conseguiremos salir de la recesión y superar la mayor crisis a la que se ha enfrentado el mundo desde la 2ª Guerra Mundial. Lamentablemente, pese a todos estos esfuerzos, el año 2020 se cerrará en negativo: en media, se espera una caída de las principales economías occidentales de entre el -4% y el -9%. Sin embargo, en 2021 se debería producir una recuperación. Esto, bajo el supuesto de que a finales de abril tanto España como Italia muestran una clara reducción en el crecimiento de nuevos casos, circunstancia que no se daría en el Reino Unido y EEUU hasta inicios de mayo, dado que en estos países se han tomado medidas mucho más tarde.

Saldremos, pero en un mundo muy diferente

La actividad rebotará previsiblemente a partir del tercer trimestre. Si miramos lo que está ocurriendo en China, donde la actividad poco a poco recupera la normalidad, se observa ya una mejora de las encuestas de confianza de los empresarios, lo que llevaría a un crecimiento en este recién iniciado segundo trimestre de 2020 del 12% en el trimestre, frente a caída del -10% del primer trimestre. No obstante, se tardará bastante tiempo en recuperar los niveles pre-crisis; primero, porque gran parte de la producción china todavía se destina a los mercados extranjeros, actualmente en recesión y, segundo, porque incluso aunque se levanten las medidas de confinamiento, se tardarán meses en recuperar la confianza suficiente como para que los ciudadanos vuelvan a la normalidad (asistencia a cines, teatros, restaurantes…).

Y es que lamentablemente, el mundo se recuperará del Covid-19, pero tardará años en volver a los niveles de riqueza existentes antes de la pandemia. Aunque la actividad remontará, el mundo que surgirá después será un mundo diferente. Las ingentes medidas de apoyo fiscal van a implicar elevar todavía más los niveles de deuda de los países (que ya estaban muy altos), limitando su crecimiento potencial.

Además, gran parte de esta deuda estará en los balances de los bancos centrales que, por su propio interés, tendrán que mantener muy bajos los tipos de interés (si no se arriesgarían a tener fuertes impagos de dicha deuda). En el medio plazo esperamos por lo tanto que la política monetaria siga extremadamente laxa, con tipos  muy cerca del 0%, con el consiguiente coste para la rentabilidad de nuestro ahorro.

Pensando más en el largo plazo es muy posible que la crisis actual acelere todavía más el fenómeno de digitalización (sobre todo en trabajo y educación). También es posible que se cuestione de alguna manera el modelo de producción global de las grandes multinacionales, así como la globalización. En el caso de la Eurozona, la crisis está poniendo en cuestión la solidaridad entre países, y aunque a corto plazo todos los gobiernos parecen hablar al unísono, la realidad es que sigue habiendo fuertes diferencias a la hora de tomar medidas conjuntas. A medio plazo, las posibles divergencias de crecimiento entre los distintos países pueden generar tensiones, con un repunte de losextremismos políticos.

¿Y qué pasa con España?

Nuestro país está siendo, lamentablemente, uno de los más castigados por la pandemia. Las medidas de confinamiento total decretadas por el gobierno el pasado fin de semana supondrá una caída adicional en nuestro crecimiento ya muy mermado por la caída del turismo y el cierre de hoteles y restaurantes. Según los primeros cálculos de los analistas  de Deutsche Bank, la economía española podría sufrir una caída trimestral de la actividad del -17% en el segundo trimestre, para luego remontar un 10,5% en el tercer trimestre. El efecto en el conjunto del año supondría pasar de crecer un 1,6%, como se estimaba inicialmente, a caer más de un 7%-8%. Para el conjunto de la zona euro, hablaríamos de una caída trimestral del 11,4% en el segundo trimestre, para luego rebotar un 10,4% en el tercero y cerrar 2020 con una tasa negativa del 6%. La buena noticia es que en 2021 volveríamos a crecer, con cifras del 5% para España y también para la Eurozona.

La crisis tendrá un coste muy alto en los ya elevados niveles de desempleo de nuestro país, aunque previsiblemente temporal (ERTEs). Y también sobre los niveles de deuda. Aunque sin duda el país más afectado será Italia (donde los niveles de deuda/PIB pueden acercarse al 160%), también el resto de países verán crecer con fuerza sus niveles de endeudamiento público. En el caso de España, podríamos llegar al 115% en 2021 e incluso Alemania elevaría su deuda hasta cerca del 70%. De ahí la importancia de que los tipos de interés se mantengan en niveles extraordinariamente bajos, pues es necesario que los países puedan financiera dicha deuda.

Mercados financieros: ¿para cuándo la recuperación?

Las ingentes medidas monetarias y fiscales parecen haber servido para una pequeña estabilización de los mercados financieros, que conseguían cerrar la pasada semana pasada con importantes subidas. También los mercados de crédito han mostrado una cierta estabilización gracias a los enormes programas de compra de deuda aprobados por los bancos centrales, que incluso se han saltado normas anteriormente vigentes. Por ejemplo, en una clara muestra de apoyo a los países periféricos, el BCE no sólo comprará deuda de países con calidad crediticia por debajo de grado de inversión (como es el caso de la deuda griega), sino que además ha anulado la norma que impedía comprar más del 30% de la deuda emitida de un país. Mientras, la cotización del dólar parece haberse estabilizado en torno a niveles de 1.08-1.12 dólares por euro gracias a la fuerte demanda de billete verde por ser activo refugio.

Las caídas bursátiles en lo que va de año oscilan entre un -20% y un -30%, dependiendo del mercado. Este tipo de descensos es habitual cuando los mercados anticipan una recesión económica. Según esto, en estos momentos estaríamos en niveles, hasta cierto punto, justificados para la recesión que se avecina (recordemos que, en los peores momentos del desplome, el IBEX llegaba a perder prácticamente un -40% desde los máximos de febrero). Dado que sigue habiendo mucha incertidumbre sobre la profundidad de la recesión, la evolución de las inversiones seguirá siendo muy incierta. La volatilidad se mantendrá mientras la epidemia no esté bajo control, siga existiendo incertidumbre sobre la resolución final de la enfermedad y se mantenga la paralización de la actividad.

Un posicionamiento defensivo con carteras bien diversificadas en todo tipo de activos/regiones y con visión de medio plazo sigue siendo clave. En este entorno, los productos más adecuados son aquellos muy bien diversificados, que participen en muchos mercados. Un producto de estas características debería, por lo menos, invertir en deuda pública y corporativa a varios plazos, así como en bolsa de Estados Unidos, Europa y Asia (en la cantidad que corresponda al perfil inversor). Recomendamos, con este objetivo, la inversión en fondos de inversión globales o en vehículos cuyo subyacente sean índices mundiales.

La visión de los analistas de Deutsche Bank es que los mercados, como ha ocurrido siempre en periodos de caídas, recuperarán (la previsión pare el índice S&P a marzo de 2021 es de 3.250 puntos), pero hay que tener paciencia y, sobre todo, no caer en pánico vendedor.

Centro de Inversiones DB.

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Fuentes: Elaboración Propia, Global Market Research,. Autoridad supervisora: Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV)

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