La importancia de la planificación patrimonial
En el ámbito de las finanzas, alcanzar la estabilidad y la prosperidad, así como mantenerla en el futuro, es sinónimo de éxito y tranquilidad. En este cuarto episodio de Referentes de Inversión explicamos las claves de la planificación patrimonial y su papel determinante como guía en las decisiones económicas.
Referentes de Inversión: ¿en qué consiste la planificación fiscal y financiera?
La planificación fiscal y financiera es el primer paso para tomar decisiones sólidas (respaldadas por el buen asesoramiento de nuestro gestor patrimonial) que garanticen nuestra seguridad y prosperidad financiera, sirviendo como guía en el corto, medio y largo plazo. Actualmente, vivimos un auge del interés por la educación financiera que destierra mitos clásicos como el que nos hace creer que la planificación patrimonial está reservada solo a grandes riquezas. La realidad es que todos debemos hacernos cargo de nuestro futuro financiero, ya sea para afrontar situaciones desfavorables, disfrutar de una buena jubilación o garantizar un buen legado a nuestros sucesores.
Como bien se señala en este episodio de “Referentes de Inversión” en el mundo de las finanzas y de cara a garantizar nuestro bienestar futuro, “no hay mayor riesgo que no asumir ningún riesgo con nuestro dinero”. La metáfora de comparar nuestro patrimonio con un jardín funciona perfectamente para hacernos ver que la planificación conlleva diferentes prácticas. Desde las inversiones, que son la siembra, a la planificación fiscal y financiera, que podemos comparar con el riego del jardín, pasando por la gestión de riesgos civiles y regulatorios, que representa la protección ante imprevistos, o la planificación patrimonial y sucesoria, que es la que consigue que el jardín crezca y florezca en el futuro.
¿Qué pasos debemos seguir para realizar una buena planificación fiscal y financiera?
A grandes rasgos y de cara a obtener una visión general, podríamos resumir esta planificación en:
- Análisis financiero actual: contabilizar ingresos y gastos y patrimonio neto, revisar aspectos como la rentabilidad, la liquidez o la solvencia, tener en cuenta activos y pasivos, nuestra capacidad para generar efectivo, el ritmo de gasto…
- Fijar objetivos fiscales y financieros: tanto a corto plazo, velando por la liquidez y por reducir gastos, a medio plazo, invirtiendo en los activos adecuados para cada cartera y a largo plazo para asegurar una última etapa vital óptima a nivel económico.
- Poner en práctica estrategias de inversión: con foco en la diversificación y en la evaluación del perfil de riesgo.
- Revisión de aspectos fiscales: desde reducir la carga impositiva a través de deducciones o créditos de impuestos a prever y optimizar pagos de impuestos.
- Fijar un presupuesto de gasto que vaya en línea con los objetivos de nuestro plan.
- Planificar una herencia óptima que cuente con todos los documentos legales necesarios y que estudie aspectos como las implicaciones fiscales de la transferencia de activos.
¿Por qué es tan relevante realizar una planificación patrimonial?
Con una realidad sociodemográfica tan envejecida como la actual, propiciada por la mejora de la calidad y el aumento de la esperanza de vida, debemos hacer frente al futuro incierto de nuestro sistema de pensiones. Y aquí es donde entra en juego de manera evidente la relevancia de la planificación financiera para la jubilación. Esta etapa, con gran previsión de gasto y limitación de ingresos, se afronta de mejor grado con productos de inversión como planes de pensiones o seguros de ahorro. Otros grandes motivos que justifican su papel decisivo son:
- Constituye una estrategia de inversión a largo plazo: a través de la planificación aspiramos a la maximización de la riqueza con estrategias a largo plazo adaptadas a nuestro patrimonio, nuestras metas y nuestra tolerancia al riesgo. Estas se centran en activos con rendimientos regulares y estables y permiten aprovechar todo el potencial de la capitalización compuesta, que favorece el crecimiento exponencial de nuestros ahorros.
- Garantiza la eficiencia fiscal: además de hacer crecer los activos, la planificación los protege y garantiza inversiones con fiscalidad más eficiente que permite, a su vez, minimizar impuestos sobre los beneficios obtenidos a lo largo del tiempo. Un claro ejemplo es la estrategia "buy, borrow, die" (compra, pide prestado, muere), en la que la optimización fiscal se consigue mediante el mantenimiento de una cartera que se aprecia con el tiempo, el uso estratégico del endeudamiento y la transferencia de estos activos a herederos antes de morir, lo que permite disfrutar de los efectos de la capitalización compuesta y minimizar la carga fiscal.
- Previene ante eventualidades como una incapacidad: desde una perspectiva jurídica, una incapacidad puede tener consecuencias graves, como la cancelación de autorizados en cuentas bancarias, la imposibilidad de recibir nóminas, el bloqueo de operaciones societarias o la posible necesidad de nombrar un tutor. Una planificación patrimonial adecuada evita que esta variable vital afecte lo menos posible a nuestros bienes y asuntos personales. ¿Y cómo lo consigue? A través de mecanismos como la autotutela, el otorgamiento de poderes preventivos, que permite que una persona de confianza pueda decidir en nuestro nombre o la planificación de cuidados a largo plazo, que destina recursos a una necesidad de atención ante una posible enfermedad. Pocos asuntos son más vitales que proteger nuestros intereses y asegurar que nuestras voluntades sean respetadas y cumplidas incluso si no podemos expresarlas personalmente.
- Protege el legado: velar por el bienestar de nuestra descendencia es una pulsión humana casi involuntaria y la planificación patrimonial se extiende más allá de la individualidad y nos ayuda a conseguirlo. Dentro de las prácticas que se llevan a cabo está la de crear un testamento sólido que reparta nuestros bienes tal y como lo deseamos y proteja a personas vulnerables como menores o personas dependientes
Cómo un buen planificador patrimonial puede marcar la diferencia
La planificación no es una ciencia exacta que aplique de igual forma a cualquier inversor. La personalización de las estrategias teniendo en cuenta el perfil y las circunstancias personales de cada persona son esenciales para garantizar el éxito de la misma. Es muy importante contar con un buen planificador que sepa adaptarse a las diferentes expectativas en cuanto a disfrute y agotamiento de los recursos, a la liquidez que cada perfil genera o a los riesgos que esté dispuesto a asumir.
Por supuesto, también es esencial revisar nuestro plan de forma periódica, cada vez que existan modificaciones en nuestras circunstancias personales, en el contexto socioeconómico o en la legislación fiscal.