Perspectivas 2026: crecimiento, tipos de interés e IA
Si el mes pasado adelantábamos que el 2025 iba a cosechar un balance mejor de lo esperado, en este décimo episodio de la tercera temporada de Referentes de Inversión extendemos las buenas perspectivas al año 2026. Y es que nos encontramos en un clima macroeconómico en el que todo parece remar en la misma dirección positiva.
Tras la bajada de un cuarto de punto de tipos de interés por parte de la Fed, el índice Standard and Poor's se quedó a tan solo unas centésimas de alcanzar máximos históricos. El mercado apunta a que entraremos en un año de crecimiento económico sostenido, con el empuje de los bancos centrales, la expansión fiscal en EEUU y Europa y los buenos resultados empresariales obtenidos.
El centro de la conversación referente a la inversión seguirá girando en torno a la Inteligencia Artificial, un gran motor de productividad y crecimiento estructural y al mismo una fuente de volatilidad y presión energética a tener en cuenta.
Referentes de inversión: continuidad del crecimiento y claves de inversión en 2026
En lo que respecta a la inversión en Inteligencia Artificial, hay consenso en cuanto a las ventajas que esta supone para los individuos y las empresas. Se sabe que el sector tiene recorrido y que en 2026 vamos a seguir hablando de IA vinculada al crecimiento. Pero, eso sí, conviene determinar si se trata de una burbuja o de una sobrevaloración de determinadas compañías. En cualquier caso, tal y como afirma Rosa Duce, es muy difícil equivocarse en 2026 siguiendo esta senda porque tanto Estados Unidos como Europa cuentan con programas de expansión fiscal sólidos. Y en cuanto a tipos de interés, aunque que el BCE probablemente los dejará en torno al 2%, sin más bajadas, la Reserva Federal ya ha adelantado que puede seguir bajando algo más.
En esa economía de políticas de demanda en la que convive el impulso fiscal con una política monetaria positiva, la principal consecuencia es el crecimiento, con un ciclo de expansión económica mundial que se va a mantener con casi total seguridad en 2026 y 2027. Además, la IA es un factor que debería permitir que todo ese dinero que se está gastando sirva para que realmente se alcance ese crecimiento estructural de las economías y una mayor productividad.
Los posibles riesgos estructurales de la economía en 2026
Está muy asentada la idea de que 2026 va a ser un año de más crecimiento. El consumo sigue aumentando, los niveles de desempleo son relativamente bajos en todo el mundo y existe una gran capacidad de inversión. Pero siempre hay riesgos latentes.
Como adelantábamos anteriormente, lo que ocurre con la Inteligencia Artificial es que todo el flujo de inversión que trae consigo, genera actividad económica pero también ciertos cuellos de botella. Por ejemplo, el de la puesta en disposición de los centros de datos y el desarrollo de modelos, que requiere una capacidad muy alta de electricidad.
En Estados Unidos, esto ya ha provocado fuertes incrementos de precio y ciertos problemas regulatorios. Y en Europa, con independencia de lo que ocurra con la IA, ya existe una gran apuesta por la electrificación con la que se pretende depender menor de fuentes energéticas externas, lo que significa que hay que generar más electricidad y aumentará la demanda. Existe cierta tranquilidad porque los bancos centrales han afirmado que no esperan que haya un repunte inflacionista muy fuerte. Pero si se producen picos grandes en los precios de la electricidad, estas predicciones podrían cambiar.
Otro factor a tener en cuenta es que los bancos centrales se equivoquen, es decir, que comiencen a subir tipos muy pronto a partir de 2027 o que los bajen demasiado y pueda darse un escenario inflacionista. El ciclo expansivo en el que nos encontramos probablemente dure un par de años, pero no se puede obviar el riesgo de que finalice antes de lo esperado si se suben los tipos muy pronto.
A su vez, la implementación de la política fiscal también puede llegar a ser un factor de preocupación, por el elevado gasto en defensa y en infraestructuras de inteligencia artificial con el que se pretende mejorar la productividad y la capacidad de crecimiento.
La importancia de las tierras raras en la implementación tecnológica
Y en cuanto a la geopolítica, factores como Oriente Medio o el petróleo parecen estar cada vez más controlados. Pero no podemos obviar la competencia entre China y Estados Unidos en cuestión de chips y tierras raras. La guerra comercial no solo son aranceles, la tensión también está en el conocimiento tecnológico. Aunque Estados Unidos lo domina, para la implementación de este conocimiento son necesarias las cada vez más populares tierras raras. Estas forman un grupo de 17 elementos químicos, relativamente abundantes, pero difíciles de extraer y procesar en forma pura.
Ahí es donde China tiene su mayor poder de negociación ya que cuenta con el 90% de las mismas. Esto le da mucho poder para presionar a Estados Unidos y exigir mejores condiciones en la exportación de chips. Aunque hasta ahora habían pasado algo desapercibidas, las tierras raras son indispensables para desarrollar productos como un teléfono o un vehículo eléctrico. Y China no tiene un monopolio porque tenga muchas sino porque en los últimos años el resto del mundo dejó de producirlas o refinarlas porque eran muy contaminantes.
Los beneficios empresariales como sostén del crecimiento económico
Un factor clave a tener en cuenta es que el buen clima económico se sustenta en que los beneficios de las empresas están descontados en crecimientos de dos dígitos, sobre una base de tipos de interés decreciente.
Las empresas están en una buena situación para generar beneficios por consecuencia de tres elementos principales: la economía crece, los tipos de interés tienden a caer y el marco regulatorio en general es favorable. Por supuesto, hay que contar con que, aunque en 2026 va a haber más crecimiento, en el momento en el que esté por debajo de lo esperado el mercado puede sufrir ciertos sobresaltos.
Lo que parece estar claro es que tras las predicciones de 1 ó 2 años de escenario muy positivo en lo económico hay que valorar si este clima es sostenible a largo plazo y si las inversiones van a seguir siendo igual de rentables de lo que se está descontando ahora mismo. Al pensar en nuestras carteras del futuro próximo, tocará analizar si el entorno de tipos va a seguir siendo óptimo o si algunos de los riesgos que hemos mencionado llegan a producirse.